9 La eleccion del humano

No fue facil decidir con que humano maullaria Zorbas. Los gatos hicieron una lista de todos los que conocian, y fueron descartandolos uno tras otro.

– Rene, el chef de cocina, es sin duda un humano justo y bondadoso. Siempre nos reserva una porcion de sus especialidades, las que Secretario y yo devoramos con placer. Pero el buen Rene solo entiende de especias y peroles, y no nos seria de gran ayuda en este caso -afirmo Colonello.

– Harry tambien es buena persona. Comprensivo y amable con todo el mundo, incluso con Matias, al que disculpa tropelias terribles, ?terribles!, como banarse en pachuli, ese perfume que huele terrible, ?terrible! Ademas Harry sabe mucho de mar y navegacion, pero de vuelo creo que no tiene la menor idea -comento Sabelotodo.

– Carlo, el jefe de mozos del restaurante, asegura que le pertenezco y yo dejo que lo crea porque es un buen tipo. Lamentablemente, el entiende de futbol, baloncesto, voleibol, carreras de caballos, boxeo y muchos deportes mas, pero jamas le he oido hablar de vuelo -informo Secretario.

– ?Por los rizos de la anemona! Mi capitan es un humano dulcisimo, tanto que en su ultima pelea en un bar de Amberes se enfrento a doce tipos que lo ofendieron y solo dejo fuera de combate a la mitad. Ademas, siente vertigo hasta cuando se sube a una silla. ?Por los tentaculos del pulpo! No creo que nos sirva -decidio Barlovento.

– El nino de mi casa me entenderia. Pero esta de vacaciones, ?y que puede saber un nino de volar? -maullo Zorbas.

– ?Porca miseria! se nos acabo la lista -rezongo Colonello.

– No. Hay un humano que no esta en la lista -indico Zorbas-. El que vive donde Bubulina.

Bubulina era una bonita gata blanquinegra que pasaba largas horas entre las macetas de flores de una terraza. Todos los gatos del puerto pasaban lentamente frente a ella, luciendo la elasticidad de sus cuerpos, el brillo de sus pieles prolijamente aseadas, la longitud de sus bigotes, el garbo de sus rabos tiesos, con intencion de impresionarla, pero Bubulina se mostraba indiferente y no aceptaba mas que el carino de un humano que se instalaba en la terraza frente a una maquina de escribir.

Era un humano extrano, que a veces reia despues de leer lo que acababa de escribir, y otras veces arrugaba los folios sin leerlos. Su terraza estaba siempre envuelta por una musica suave y melancolica que adormecia a Bubulina, y provocaba hondos suspiros a los gatos que pasaban por alli.

– ?El humano de Bubulina? ?Por que el? -consulto Colonello.

– No lo se. Ese humano me inspira confianza -reconocio Zorbas-. Le he oido leer lo que escribe. Son hermosas palabras que alegran o entristecen, pero siempre producen placer y suscitan deseos de seguir escuchando.

– ?Un poeta! Lo que ese humano hace se llama poesia. Tomo diecisiete, letra "P" de la enciclopedia -aseguro Sabelotodo.

– ?Y que te lleva a pensar que ese humano sabe volar? -quiso saber Secretario.

– Tal vez no sepa volar con alas de pajaro, pero al escucharlo siempre he pensado que vuela con sus palabras -respondio Zorbas.

– Los que esten de acuerdo con que Zorbas maulle con el humano de Bubulina que levanten la pata derecha -ordeno Colonello. Y asi fue como le autorizaron a maullar con el poeta.

10 Una gata, un gato y un poeta

Zorbas emprendio el camino por los tejados hasta llegar a la terraza del humano elegido. Al ver a Bubulina recostada entre las macetas suspiro antes de maullar.

– Bubulina, no te alarmes. Estoy aqui arriba.

– ?Que quieres? ?Quien eres? -pregunto alarmada la gata.

– No te vayas, por favor. Me llamo Zorbas y vivo cerca de aqui. Necesito que me ayudes. ?Puedo bajar?

La gata le hizo un gesto con la cabeza. Zorbas salto hasta la terraza y se sento sobre las patas traseras. Bubulina se acerco a olerlo.

– Hueles a libro, a humedad, a ropa vieja, a pajaro, a polvo, pero tu pelo esta limpio -aprobo la gata.

– Son los olores del bazar de Harry. No te extranes si tambien huelo a chimpance -le advirtio Zorbas. Una suave musica llegaba hasta la terraza. -Que bonita musica -comento Zorbas.

– Vivaldi. Las cuatro estaciones. ?Que quieres de mi? -quiso saber Bubulina.

– Que me invites a pasar y me presentes a tu humano -contesto Zorbas.

– Imposible. Esta trabajando y nadie, ni siquiera yo, puede importunarlo -respondio la gata.

– Por favor, es algo muy urgente. Te lo pido en nombre de todos los gatos del puerto -imploro Zorbas.

– ?Para que quieres verlo? -pregunto Bubulina con desconfianza.

– Debo maullar con el -respondio Zorbas con decision.

– ?Eso es tabu! -maullo Bubulina con la piel erizada-. ?Largate de aqui!

– No. Y si no quieres invitarme a pasar, ?pues que venga el! ?Te gusta el rock, gatita? En el interior, el humano tecleaba en su maquina de escribir. Se sentia dichoso porque estaba a punto de terminar un poema y los versos le salian con una fluidez asombrosa. De pronto, desde la terraza le llegaron los maullidos de un gato que no era su Bubulina. Eran unos maullidos destemplados y que sin embargo parecian tener cierto ritmo. Entre molesto e intrigado salio a la terraza y tuvo que restregarse los ojos para creer lo que veia.

Bubulina se tapaba las orejas con las dos patas delanteras sobre la cabeza y, frente a ella, un gato grande, negro y gordo, sentado sobre la base del espinazo y la espalda apoyada en una maceta, sostenia el rabo con una pata delantera como si fuera un contrabajo y con la otra simulaba rasgar sus cuerdas, mientras soltaba enervantes maullidos.

Repuesto de la sorpresa no pudo reprimir la risa y, cuando se doblo apretandose el vientre de tanto reir, Zorbas aprovecho para colarse en el interior de la casa.

Cuando el humano, todavia muerto de risa, se dio la vuelta, se encontro al gato grande, negro y gordo sentado en un sillon.

– ?Vaya concierto! Eres un seductor muy original, pero me temo que a Bubulina no le gusta tu musica. ?Menudo concierto! -dijo el humano.

– Se que canto muy mal. Nadie es perfecto -respondio Zorbas en el lenguaje de los humanos.

El humano abrio la boca, se dio un golpe en la cara y apoyo la espalda contra una pared.

– Ha… ha… hablas -exclamo el humano.

– Tu tambien lo haces y yo no me extrano. Por favor, calmate -le aconsejo Zorbas.

– U… un ga… gato… que habla -dijo el humano dejandose caer en el sofa.

– No hablo, maullo, pero en tu idioma. Se maullar en muchos idiomas -indico Zorbas.

El humano se llevo las manos a la cabeza y se cubrio los ojos mientras repetia "es el cansancio, es el cansancio". Al retirar las manos el gato grande, negro y gordo seguia en el sillon.

– Son alucinaciones. ?Verdad que eres una alucinacion? -pregunto el humano.

– No, soy un gato de verdad que maulla contigo -le aseguro Zorbas-. Entre muchos humanos, los gatos del puerto te hemos elegido a ti para confiarte un gran problema, y para que nos ayudes. No estas loco. Yo soy real.

– ?Y dices que maullas en muchos idiomas? -pregunto incredulo el humano.

– Supongo que quieres una prueba. Adelante -propuso Zorbas. -Buon giorno -dijo el humano.

– Es tarde. Mejor digamos buona sera -corrigio Zorbas.

– Kalimera -insistio el humano.

– Kalispera, ya te dije que es tarde -volvio a corregir Zorbas.

– Doberdanl -grito el humano.

– Dobreutra, ?me crees ahora? -pregunto Zorbas.

– Si. Y si todo esto es un sueno, que importa. Me gusta y quiero seguir sonandolo -respondio el humano.

– Entonces puedo ir al grano -propuso Zorbas.

El humano asintio, pero le pidio respetar el ritual de la conversacion de los humanos. Le sirvio al gato un plato de leche, y el se acomodo en el sofa con una copa de conac en las manos.