– No nos interesa lo que diga del gavilan. Estamos aqui por una gaviota -lo interrumpio Secretario.

– ?Tendria la amabilidad de dejar de quitarme los maullidos de la boca? -rezongo Colonello.

– Perdon. Es que la enciclopedia es para mi algo irresistible. Cada vez que miro en sus paginas aprendo algo nuevo -se disculpo Sabelotodo, y siguio pasando palabras hasta dar con la que buscaba.

Pero lo que la enciclopedia decia de las gaviotas no les sirvio de gran ayuda. Como mucho supieron que la gaviota que les preocupaba pertenecia a la especie argentada, llamada asi por el color plata de sus plumas.

Y lo que encontraron sobre el petroleo tampoco les llevo a saber como ayudar a la gaviota, aunque tuvieron que soportar una larga disertacion de Sabelotodo, que se extendio hablando sobre una guerra del petroleo que tuvo lugar en los anos setenta.

– ?Por las puas del erizo! Estamos como al principio -maullo Zorbas.

– ?Es terrible! ?Terrible! Por primera vez la enciclopedia me ha defraudado -admitio desconsolado Sabelotodo.

– Y en esa emplicope… ecimole… en fin, ya sabes a lo que voy, ?no hay consejos practicos sobre como quitar manchas de petroleo? -consulto Colonello.

– ?Genial! ?Terriblemente genial! ?Por ahi debimos haber empezado! Ahora mismo os alcanzo el tomo dieciocho, letra "Q" de quitamanchas -anuncio Sabelotodo con euforia al tiempo que trepaba nuevamente al mueble de los libros.

– ?Se da cuenta? Si usted evitara esa odiosa costumbre de quitarme los maullidos de la boca ya sabriamos que hacer -indico Colonello al silencioso Secretario.

En la pagina dedicada a la palabra quitamanchas encontraron, ademas de como quitar manchas de mermelada, tinta china, sangre y jarabe de frambuesas, la solucion para eliminar manchas de petroleo.

– "Se limpia la superficie afectada con un pano humedecido en bencina." ?Ya lo tenemos! -maullo Sabelotodo.

– No tenemos nada. ?De donde diablos vamos a sacar bencina? -rezongo Zorbas con evidente mal humor.

– Pues, si mal no recuerdo, en el sotano del restaurante tenemos un tarro con pinceles sumergidos en bencina. Secretario, ya sabe lo que tiene que hacer -maullo Colonello.

– Perdon, senor, pero no capto su idea -se disculpo Secretario.

– Muy simple: usted humedecera convenientemente el rabo con bencina y luego iremos a ocuparnos de esa pobre gaviota -indico Colonello mirando hacia otra parte.

– ?Ah, no! ?Eso si que no! ?De ninguna manera! -protesto Secretario.

– Le recuerdo que el menu de esta tarde contempla doble racion de higado a la crema -musito Colonello.

– ?Meter el rabo en bencina!… ?Dijo usted higado a la crema? -maullo consternado Secretario.

Sabelotodo decidio acompanarlos, y los cuatro gatos corrieron hasta la salida del bazar de Harry. Al verlos pasar, el chimpance, que terminaba de beber una cerveza, les dedico un sonoro eructo.

8 Zorbas empieza a cumplir lo prometido

Los cuatro gatos bajaron del tejado al balcon y de inmediato comprendieron que llegaban tarde. Colonello, Sabelotodo y Zorbas observaron con respeto el cuerpo sin vida de la gaviota, mientras Secretario agitaba al viento su rabo para quitarle el olor a bencina.

– Creo que debemos juntarle las alas. Es lo que se hace en estos casos -indico Colonello. Venciendo la repugnancia que les provocaba aquel ser impregnado de petroleo, le unieron las alas al cuerpo y, al moverla, descubrieron el huevo blanco con pintitas azules.

– ?El huevo! ?Llego a poner el huevo! -exclamo Zorbas.

– Te has metido en un buen lio, caro amico. ?En un buen lio! -advirtio Colonello.

– ?Que voy a hacer con el huevo? -se pregunto el cada vez mas acongojado Zorbas.

– Con un huevo se pueden hacer muchas cosas. Una tortilla, por ejemplo -propuso Secretario.

– ?Oh si! Un vistazo a la enciclopedia nos dira como preparar la mejor de las tortillas. El tema aparece en el tomo veintiuno, letra "T" -aseguro Sabelotodo.

– ?De eso ni maullar! Zorbas prometio a esa pobre gaviota que cuidaria del huevo y del polluelo. Una promesa de honor contraida por un gato del puerto atane a todos los gatos del puerto, de tal manera que el huevo no se toca -declaro solemne Colonello.

– ?Pero yo no se como cuidar un huevo! ?Nunca antes he tenido un huevo a mi cuidado! -maullo desesperado Zorbas.

Entonces todos los gatos miraron a Sabelotodo. Tal vez en su famosa en-ci-clo-pe-dia hubiera algo al respecto.

– Debo consultar el tomo ocho, letra "H". Con seguridad ahi esta todo lo que debemos saber del huevo, pero por el momento aconsejo calor, calor corporal, mucho calor corporal -indico Sabelotodo con tono pedante y didactico.

– O sea que a echarse junto al huevo, pero sin romperlo -aconsejo Secretario.

– Es exactamente lo que yo iba a sugerir. Zorbas, quedate junto al huevo y nosotros acompanaremos a Sabelotodo para ver que nos dice su empilope… encimope… en fin, ya sabes a lo que me refiero. Regresaremos por la noche con las novedades y daremos sepultura a esta pobre gaviota -dispuso Colonello antes de saltar al tejado.

Sabelotodo y Secretario lo siguieron. Zorbas se quedo en el balcon, con el huevo y la gaviota muerta. Con mucho cuidado se tendio y atrajo al huevo junto a su barriga. Se sentia ridiculo. Pensaba en las mofas que, si llegaban a verlo, le dedicarian los dos gatos facinerosos a los que se habia enfrentado por la manana.

Pero una promesa es una promesa y asi, calentado por los rayos del sol, se fue adormeciendo con el huevo blanco con pintitas azules muy pegado a su vientre negro.

9 Una noche triste

A la luz de la luna, Secretario, Sabelotodo, Colonello y Zorbas cavaron un agujero al pie del castano. Poco antes, procurando no ser vistos por ningun humano, arrojaron a la gaviota muerta desde el balcon hasta el patio interior. Rapidamente la depositaron en el hoyo y la cubrieron de tierra. Entonces Colonello maullo con acento grave:

– Companeros gatos, esta noche de luna despedimos los restos de una desafortunada gaviota cuyo nombre ni siquiera llegamos a conocer. Lo unico que hemos logrado saber de ella, gracias a los conocimientos del companero Sabelotodo, es que pertenecia a la especie de las gaviotas argentadas, y que tal vez venia de muy lejos, de alli donde el rio se une al mar. Muy poco supimos de ella, pero lo que importa es que llego moribunda hasta la casa de Zorbas, uno de los nuestros, y deposito en el toda su confianza. Zorbas le prometio cuidar del huevo que puso antes de morir, del polluelo que nacera de el y, lo mas dificil, companeros, prometio ensenarle a volar…

– Volar. Tomo veintitres, letra "V" -se escucho musitar a Sabelotodo.

– Es exactamente lo que el senor Colonello iba a decir. No le saques los maullidos de la boca -aconsejo Secretario.

… promesas dificiles de cumplir -prosiguio impasible Colonello-, pero sabemos que un gato de puerto siempre cumple con sus maullidos. Para ayudar a que lo consiga, ordeno que el companero Zorbas no abandone el huevo hasta que nazca el polluelo y que el companero Sabelotodo consulte en su emplicope… encimope… en fin, en los libros esos, todo lo que tenga que ver con el arte de volar. Y ahora digamos adios a esta gaviota victima de la desgracia provocada por los humanos. Estiremos los cuellos hacia la luna y maullemos la cancion del adios de los gatos del puerto.

Al pie del viejo castano los cuatro gatos empezaron a maullar una triste letania, y a sus maullidos se agregaron muy pronto los de otros gatos de las cercanias, y luego los de los gatos de la otra orilla del rio, y a los maullidos de los gatos se unieron los aullidos de los perros, el piar lastimero de los canarios enjaulados y de los gorriones en sus nidos, el croar triste de las ranas, y hasta los destemplados chillidos del chimpance Matias.